La Fillola de Baix

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La Fillola de Baix, también conocida como la era de Dalt, ha sido el nombre tradicional de la plaza de entrada al pueblo. Después de la guerra, le cambiaron el nombre a plaza de la Creu, calle que alcanzaba desde la cruz hasta la misma plaza. Cuando entramos en la plaza estricta, a mano derecha hay una casa que fue la escuela de los pequeños, a los que les daba clase Dolores Morell Alemany. Si nos situamos en un punto estratégico de la plaza, vemos la rampa de subida donde había un emparrado de hierro y debajo un asiento continuo de piedra que permitía disfrutar de la sombra en verano: es el emparrado de la antigua casa de los tíos de Vicent Alminyana de la Laura. Una casa de carácter señorial, aunque muy modificada actualmente, a la cual quitaron la estructura del parral para facilitar la entrada de un coche.

Aunque el emparrado ya no está, es un buen punto para captar toda la plaza, podemos ver a mano derecha una casa de tres plantas con una entrada a un semisótano, la casa del tío Carmelo Moltó. Esta casa hospedó en el primer piso la escuela de niños y niñas a la que fue la generación de José Alemany Marzà, según contaban sus hijas, Xaro y Empar Alemany. Según la historia que contaba Vicent Puig i Seguí, en la casa del tío Carmelo, murió una mujer, seguramente a finales del siglo XIX, a causa de un rayo provocado por una tronada con gran aparato eléctrico, como las de antes… 

A continuación, tenemos la antigua barbería del tío Fernando Mialaret. El tío Fernando era un hombre corpulento y con pinta feroz, con unas cejas apuntadas en dirección izquierda-derecha que le daban un aspecto siniestro, hacía de barbero, dentista y practicante, extraía los dientes sin anestesia y clavaba las inyecciones como si pusiera banderillas a un buey, según dice la tradición.

Al lado, tenemos la barbería que sustituyó la del tío Fernando, la barbería de Fidel Camps Alemany, que perduró hasta la década de los setenta. Había una foto, seguramente hecha por las inglesas Eve y Anne, durante un tiempo de otoño, donde aparecía el tío Frederic de Benialí con su carro de víveres, charlando con la tía Amparo Cervera Seguí, esposa del tío Fidel, mientras compraba víveres. Aunque había dos tiendas, la de la tía Carmen y la de Matilde, el tío Frederic iba por los pueblos de la Vall vendiendo víveres con su carro y el macho. 

En el centro de la plaza y de cara a la entrada del pueblo hay una casa con un reloj de sol que era tienda y tasca antigua, después fue carnicería, la carnicería de los Xona, que acabaron emigrando a Alcoi. Seguramente este lugar ha sido un punto de reunión de la gente del pueblo en diferentes épocas. También es un punto emblemático del pueblo, porque aquí es donde para el altar del día del Corpus Christi. Y hasta hace cuatro o cinco años tenía lugar la procesión del Encuentro, del domingo de Gloria, donde la imagen de la Resurrección, portada por hombres, hacía el recorrido desde la iglesia por la calle de la Pilota, y esperaba la llegada de la Virgen de los Dolores, convertida en la Virgen María del día de Gloria gracias a los colores alegres y vivos del traje azul y blanco, los colores de María. La encargada de vestirla siempre había sido Rosita la Morena. Esta imagen la solían llevar las mujeres, u hombres y mujeres en los últimos tiempos, y cuando llegaba ante la casa de los Xona tenía que hacer tres genuflexiones, en señal de alegría por la resurrección del tercer día, después todos iban cantando himnos por la calle del Raval en dirección a la iglesia, y después de la misa había chocolatada.

A mano izquierda tenemos, pasando la esquina hacia la calle de la Pilota, la antigua almazara del común o del pueblo, que seguramente era la antigua almazara del señorío. Esta almazara del común junto con la almazara del Blaio, en la parte baja del pueblo, satisfacía la necesidad de hacer aceite en tiempos de cosecha. La vendieron durante la década de los setenta al padre del actual propietario, José Miguel Alemany.

Junto a la almazara, subiendo hacia el emparrado de la casa de los tíos de Vicent Alminyana, hay un callejón sin salida donde vivieron desde los setenta hasta finales del siglo XX las inglesas, las primeras extranjeras que tuvo el pueblo. Se llamaban Eve Feibelman y Anne Pullin, que vinieron a vivir a este lugar gracias a las referencias de un amigo notario de Pego, y se quedaron. Vivían todo el año, excepto cuando hacían algún viaje largo de un año, o bien viajes cortos a Inglaterra para ver a sus familias. Eve Feibelman era sudafricana, había sido activista contra el apartheid y había tenido que huir de Sudáfrica, mientras que Anne Pullin era galesa, y las dos buscaban un lugar tranquilo. Eve fue maestra de inglés de varias generaciones, además, su casa fue siempre un rincón de amistad y libertad para todos aquellos que vivían en el desierto.

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